Seguramente le parecerá extraño que en un primer momento hablemos únicamente de tres grados, llamados aprendiz, compañero y maestro, ya que siempre habrá escuchado del famoso grado 33 donde presumimos la obtención de un conocimiento máximo y sublime. Dentro de estos tres primeros grados simbólicos se estudia el corpus de lo que es la masonería, y todo lo que un iniciado necesita saber sobre el arte real está allí. A pesar de ello, a partir del siglo XVIII se comenzaron a crear grados superiores, de forma que el masón pudiera seguir avanzando dentro del conocimiento hermético, esotérico e histórico que los mismos ofrecen.
En la masonería existen diferentes ritos, los cuales podemos interpretar como diversas formas de utilizar las alegorías. Podríamos decir que son como diferentes universidades, en donde cada una tiene su forma particular de transmitir el conocimiento y evaluarlo, pero en su último fin la formación del masón es la misma. Dependiendo del país, asimismo, existen ritos más comunes que otros; por ejemplo, el llamado Rito de York que consta de 33 grados, es muy popular en los Estados Unidos.
Tenemos también el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, con gran cantidad de afiliados y el mismo número de grados que el anterior. No podemos ni debemos hacer comparaciones odiosas, ni mucho menos resaltar supremacías de unos sobre otros, dado que todos ellos son aceptados dentro de la masonería universal. Cuando profundizamos en investigar la cantidad de ritos masónicos existentes nos sorprendemos con su variedad. Por ejemplo el Rito de Memphis-Misraim, la Masonería Rectificada, el Rito Nacional Mexicano, el Rito Emulación, el Rito Francés, y pare usted de contar. Algunos de ellos inclusive varían en el número de grados, verbigracia, el de Memphis-Misraim que tiene 99. Otros tienen alegorías desconocidas para los demás, pero esta diversidad masónica lejos de confundirnos debe hacernos ver cómo la institución a través del tiempo ha ido avanzando, adaptándose a diversas formas de instrucción filosófica.